

Henning Mannkell
El secreto del fuego
Gervasio Sánchez

Es un fotógrafo especializado en fotoperiodismo de guerra, ha capturado con su cámara los grandes conflictos del último cuarto del siglo XX de Europa, Asia, África y América Latina.Nace en Córdoba, en 1959. Licenciado en 1984 en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado desde entonces como periodista independiente para diferentes diarios y revistas. Especializado en conflictos armados, y vinculado al "Heraldo de Aragón", desde 1988, ha trabajado como enviado especial de este periódico en la Guerra del Golfo (1990-1991). Asimismo, ha cubierto los distintos conflictos armados en la antigua Yugoslavia, África, Asia y América Latina. Entre 1992 y 1996 viajó a Bosnia en diversas ocasiones y entre 1994 y 1999 centró su trabajo en Ruanda y Somalia, además de Bosnia. En 1997 comenzó el proyecto “Vidas Minadas”. Es hijo adoptivo de Zaragoza, en reconocimiento a su meritoria labor fotográfica, por su sensibilidad social y su denuncia de los horrores de la guerra. En 1998 es nombrado "Enviado Especial de la UNESCO por la Paz".
Gervasio Sánchez, el fotógrafo español que ha mostrado las piernas mutiladas y los muñones de Sofia y de tantos otros que un día se tropezaron con una mina que les amputó parte de su vida. Gervasio la conoció cuando era sólo una niña. Su pierna ortopédica le sirvió para ilustrar su desgracia y la de muchos otros inocentes en «Vidas minadas»


Sofía Elface tumbada junto a su hija Alía. Premio Ortega y Gasset de periodismo 2008, por Gervasio Sánchez. Gervasio retrató a Sofia Elface en tres ocasiones más. En 2002, 2007 y 2012. A lo largo de esos años Sofía tuvo un hijo, Leonaldo. El padre la abandonó después de dejarla embarazada. Tiene dos hijos, Leonaldo y Alia, de siete y dos años, y estudia en la escuela secundaria. Sus dos principales deseos son conseguir un trabajo y estudiar medicina en la universidad. Habita en Massaca, a 9 kilómetros de Boane y a 42 de Maputo, la capital mozambiqueña, en la casa de su madre Lydia Alberto, y sobrevive de una pequeña parcela agrícola y una ayuda mensual que le envía un ciudadano sueco.
